martes, 15 de septiembre de 2009

Descenso a los Infiernos.



Allí suspiros, llantos y grandes males
resonaban en el aire sin estrellas,
que me hicieron llorar no bien entré.

Lenguas diversas, horribles lenguarajos,
palabras de dolor, acentos de ira,
altivas y roncas voces, con puñadas,

tumultuaban todas rondando
siempre en aquel astuto aire sin tiempo,
como la arena que el torbellino aspira.

Y yo con el horror ciñéndome la frente
dije: Maestro, ¿Qué es lo que oigo?
¿Y cuál es esta gente tan por el dolor vencida?

Y él a mí: Esta suerte miserable
es de las tristes almas de aquellos
que vivieron sin infamia y sin honor.

Mezcladas están con aquel malvado coro
de los Angeles que ni rebeldes fueron
a Dios, ni fieles, sino sólo para sí fueron.

Los echa el Cielo por no ser menos hermoso:
y el profundo infierno no los recibe
porque sus reos alguna gloria lograrían de ellos.

Y yo: Maestro, ¿Qué les es tan pesado
qué los hace lamentar tan fuertemente?
Repuso: Te lo diré brevemente:

Estos no esperan morir,
y es tan villana su ciega vida
que envidiosos están de cualquier otra suerte.

Dante Alighieri.

Tras el descenso, solo procede la subida desde lo más profundo.
Para ello, debo apartarme de ciertas cosas. Cesar en ciertas costumbres por una temporada hasta que consiga coger el aire necesario, buscando a mi Virgilio, para volver a bucear...

1 comentario:

ovidio dijo...

proverbio chino (o no): Al qué fue muy triste, sólo le queda alegría.